6. Cambio en el balance entre los grupos de edad
A medida que cambia la relación niños-jóvenes-adultos y adultos mayores se afecta a diversos sectores sociales, económicos y de salud. Las preocupaciones por el envejecimiento de la población son las relacionadas con los sistemas de seguridad social y los patrones de distribución de recursos, por ejemplo, los sistemas de apoyo intergeneracional, los fondos de pensiones, las políticas de jubilación, la asistencia del bienestar social, los seguros de salud y fondos de ayuda médica, así como la provisión de asistencia sanitaria.
Según las proyecciones de población:
- entre 2007 y 2050, la proporción de los menores de 15 años en la población total disminuirá de 0 a 17.4%. En cambio, el porcentaje representado por la población en edades laborales, entre 15 y 64 años, se incrementará sistemáticamente hasta el 2020 y a partir de entonces su peso relativo tenderá a disminuir de nuevo: de 65% en 2007 será 68% en 2020, y 62% en 2050. A su vez, la población de 65 y más aumentará de casi 5% en 2007 a 21% en 2050”.18
A consecuencia de los cambios en la estructura por edad, eventualmente México tendrá más viejos que niños. Actualmente, por cada 28 personas de la tercera edad hay 100 menores de 15 años, para 2035 la cantidad de niños y de viejos será igual, y en el 2050 la relación se habrá invertido con 165 adultos mayores por cada 100 niños. Cada vez más las miradas se dirigirán hacia los viejos, los incrementos en el tamaño de este grupo así lo exigen.
Se debe tener conciencia de las transformaciones en la dinámica demográfica, de que estos cambios son importantes y deben ser tomados en cuenta porque los pro- gramas y políticas sociales y de salud están fuertemente relacionados con la edad y la participación porcentual del grupo de población que se trate. Los individuos de cada grupo de edad tienen capacidades, intereses, nece- sidades e intenciones diferentes, de tal manera que estos cambios hacia una población más envejecida eventualmente alterarán la proporción de la población activa, modificarán el perfil de demanda en los sistemas educa- tivos, cambiarán las necesidades de equipamiento de las viviendas, y plantearán nuevas exigencias a los sistemas de seguridad social, atención médica y previsión social. Los cambios demográficos afectan en lo económico y en lo social. Uno de los indicadores más utilizados para considerar esta relación es el índice de dependencia demográfica, que asume aproximaciones a las poblaciones inactiva y productiva. Supone que el grupo de las edades productivas abarca de los 15 a 59 años, los que integran a la población inactiva son los niños de 0 a 14 años y los viejos dependientes de 60 años y más. En 1950 el índice de dependencia era de 89.7, es decir, por cada 100 indi- viduos en edades productivas había 89.7 en las edades inactivas, en estos años el principal componente de la población inactiva lo representan los menores de 15 años. En 1970 llega a su máximo en el siglo con 107.6, producto de la alta fecundidad y una importante baja en la mortalidad, lo que permitió una mayor sobrevivencia en las edades infantiles. En las décadas siguientes el índice de dependencia disminuye paulatinamente y en 2000 es de 70.7, se proyecta que no antes de 2030 la tendencia a disminuir se revierta, pero ahora con el componente de los viejos como el principal motor del incremento en las edades inactivas.
Los cambios en la razón de dependencia indican que en el futuro cercano las cohortes jóvenes tendrán una mayor carga de cuidados hacia la población envejecida. Las cargas pueden ser un poco más pesadas debido a que las necesidades en las edades avanzadas se incrementan; por ejemplo, González y encuentran que los adultos mayores tienen mayores porcentajes de población que reporta tener enfermedad aguda, recibir atención médica ambulatoria y haber sido hospitalizados; también reportan que los adultos mayores tienen los gastos de hospitalización más altos .