4. Esperanza de vida
De manera constante se ha logrado incrementar la esperanza de vida al nacer en México, este indicador representa la duración media de la vida de los individuos que integran una cohorte hipotética de nacimientos, sometidos en todas las edades a los riesgos de mortalidad del período en estudio.
En 1920 la esperanza de vida al nacer en México era de 28.9 años, en 1930 se incrementa a 34.0, en 1940 alcanza los 40.5 años, para 1960 es de 57.8, exactamente el doble de lo que se tenía 40 años antes, y en la actualidad la esperanza de vida al nacimiento es de 76 años. Lo anterior refleja que las condiciones de mortalidad y morbilidad de cada una de estas cohortes han sido diferentes, que las circunstancias vividas en la niñez y la adolescencia tienen efectos diferenciados en la calidad de vida presente de los adultos mayores.
En la literatura se menciona que el aspecto del envejecimiento que tendrá las mayores consecuencias en lo económico y en lo social será el relacionado con la salud, la morbilidad y la no letalidad de las enfermedades y, por ende, es lo que impondrá los mayores retos. Es sabido que con el avance de la edad, generalmente se produce un deterioro de la salud, la persona se vuelve frágil, se da un aumento de las enfermedades crónico degenerativas, se incrementan los riesgos de incapacidad y por lo tanto de dependencia, con la consecuente pérdida de roles sociales y el retiro del trabajo.
Actualmente “la población de México se encuentra en una transición epidemiológica caracterizada por un esquema en el que las enfermedades contagiosas todavía predominan como causa de muerte, los padecimientos crónicos empiezan a ganar importancia y el estado de salud varía enormemente entre subgrupos de la población debido a desigualdades sociales y económicas, incluyendo el acceso a servicios médicos”.
Ante la disminución de la mortalidad y el incremento de la esperanza de vida, a principios de 1980 surgen las teorías de compresión y expansión de la morbilidad, con puntos de vista opuestos en cuanto al impacto que el incremento de la esperanza de vida tendría en la capacidad funcional de los individuos. La teoría de la compresión de la morbilidad, desarrollada por J. F. Fries, tiene como supuesto principal que los estilos de vida más saludables y el avance de la ciencia médica permitirán reducir la mortalidad y que las enfermedades crónicas afectarán por períodos más cortos antes de la muerte.
Fries propone que existe un techo biológico que no permite rebasar cierta esperanza de vida al nacimiento y que ese límite es alrededor de los 85 años. Los supuestos de la compresión de la morbilidad señalan que la ganancia en la esperanza de vida al nacimiento es el resultado de la disminución de muertes neonatales, infantiles y las causadas por enfermedades agudas, que las enfermedades crónicas han emergido como principales causas de morbilidad y mortalidad en detrimento de las agudas y que esta transición ha concluido y que la mortalidad general ha empezado su descenso.
La segunda teoría, de expansión de la morbilidad, fue propuesta por Kramer; en ella señala que socialmente se estaban produciendo cambios, particularmente en los estilos de
vida, los cuales reducían el riesgo de padecer enfermedades mortales pero que tales cambios no modificaban la aparición o progresión de la mayoría de enfermedades degenerativas asociadas con el envejecimiento. Asimismo, en cuanto a los tratamientos médicos, aseguraba que el principal efecto de los mismos consistía en alargar la vida de los que padecían enfermedades crónicas y limitaciones funcionales, sin que ello redundara en ganancias de salud apreciables. Según esta teoría, por tanto, la reducción en las tasas de mortalidad tendría como consecuencia un incremento del tiempo durante el cual las enfermedades crónicas y las limitaciones funcionales podrían manifestarse.
Así pues, a diferencia de lo sugerido por Fries, las tasas de prevalencia de los problemas de dependencia exhibirían un comportamiento opuesto al observado en las tasas de mortalidad. Conocer el estado de salud de las actuales cohortes de adultos mayores es clave para estimar futuras necesidades. En México la esperanza de vida sigue en aumento y no hay evidencia clara sobre la compresión de la morbilidad; somos un país con más de 100 millones de habitantes y con heterogeneidad económica y social, con los problemas de salud debidos a enfermedades agudas aún sin resolver y que se mantienen como principales causas de enfermedad y muerte, mientras que las enfermedades crónicas van en aumento; la expectativa es que la población mexicana viva durante más años y con deterioro del estado de salud por un tiempo más prolongado. Lo anterior supone que las
necesidades de atención a la salud se incrementarán.
Andrade hace un análisis sobre la esperanza de vida asociada con diabetes; señala que debido al rápido envejecimiento demográfico, junto con la urbanización (cambios en el estilo de vida y dieta), se espera como resultado que las prevalencias de diabetes se incrementen, con consecuencias en mortalidad, morbilidad y discapacidad.
El incremento en la esperanza de vida tiene una connotación positiva, se ha logrado alargar la vida de las personas, ahora se debe buscar que los años agregados se vivan con calidad y en lo posible libres de enfermedad.