7. La reestructuración del sistema de pensiones
Ante la crítica situación que enfrentan las pensiones públicas, hacer una propuesta para mejorar el futuro de los sistemas de pensiones no es tarea sencilla. En primer lugar, es necesario que se reconozcan las deficiencias del sistema. Después deben coincidir múltiples voluntades en un conjunto de acciones concertadas a partir de la revisión de antecedentes, el diagnóstico de la situación y la construcción de un esquema factible y adecuado a las condiciones y posibilidades. Como parte de las consideraciones, a continuación se comentan algunos elementos y antecedentes de importancia para este propósito.
Las experiencias y las propuestas para reestructurar las pensiones de retiro en varios pilares conducen a consideraciones de gran complejidad. El pilar 0 establece la cobertura para toda la población mayor de cierta edad. Por ejemplo, que a partir de los 70 años se otorgue una ayuda de 50% de un salario mínimo. Se puede hacer una estimación del costo con las proyecciones de población de Conapo. Si la proporción beneficiada fuese 25% del total, se requerirían 7,442 millones de pesos en 2005 y la cantidad aumentaría gradualmente hasta 42,950 millones de pesos en 2050. Si la proporción fuese 50%, las cifras anteriores se duplicarían, y para 75% serían de 22,336 millones de pesos en 2005 y ascenderían a 128,850 millones de pesos en 2050. Las cantidades son a precios constantes de 2005 y sin incremento alguno del salario mínimo en el período analizado. Estos montos permiten apreciar la magnitud que implican estos apoyos. Por ello, es muy
importante asegurar la disponibilidad futura de los recursos antes de establecer tal compromiso.
El pilar 1 ya se encuentra en operación en el sistema de cuentas individuales. Un ejemplo es el de las pensiones mínimas garantizadas para quienes no reúnan los fondos suficientes en cuenta individual. Una consideración la merecen los trabajadores de 65 que no hayan completado las 1,250 necesarias para tener derecho a la pensión por retiro. Es importante definir si los integrantes actuales son los mismos que debieran formar parte de este pilar bajo las reglas vigentes. Las desfavorables experiencias que se anticipan para quienes perciben entre uno y tres salarios mínimos ameritan un tratamiento distinto al previsto.
Bajo el pilar 2, como régimen de cuenta individual se deja una gran parte de la responsabilidad en los propios trabajadores. Cabe el cuestionamiento sobre la capacidad para asumir tal responsabilidad, ya que se trata de un sistema complejo con reglas y términos de difícil comprensión para la gran mayoría, lo cual genera una asimetría en la toma de decisiones. En forma complementaria, habrá que evaluar el papel regulador que ha jugado el Estado. Finalmente, el costo administrativo es muy elevado, particularmente para la gran mayoría de trabajadores que perciben bajos salarios. A fin de cuentas la población entera a través de impuestos, serán quienes cubran la garantía de la pensión mínima, lo cual indica otra responsabilidad, en este caso de naturaleza fiscal.
En el pilar 3 se considera la acumulación de contribuciones definidas hechas en forma voluntaria, ya sea de modo personal, colectivo a través de alguna agrupación quizá gremial, sindical u organizada y financiada desde la empresa en planes de ahorro para auxiliar en el retiro.
El último pilar 4 no es un elemento directamente financiero, pero reconoce que beneficios como la atención a la salud, la escolaridad, las relaciones familiares y el entorno social son parte de las necesidades vitales y del bienestar de la población en edades avanzadas. Son factores que terminan incidiendo en las necesidades económicas y, sobre todo, en la capacidad de sufragarlas.
Una mejor salud, y su correlación con la escolaridad, minimizan gastos de atención ante enfermedades e incapacidades, así como otorga mayor capacidad de trabajo y de ingresos. Las buenas relaciones familiares son causa de bienestar y fuente potencial de transferencias en momentos de necesidad.