2. Modalidades de la seguridad económica
Un primer punto examina las formas de construir seguridad económica para la vejez, antes de que ésta llegue y mientras aún se está activo. Históricamente, desde el pasado lejano y común a todas las culturas, se ha confiado y cimentado el sostén en la vejez a través de hijos y de la familia. En épocas más recientes, principalmente durante el siglo xx , se ha instituido el compromiso de apoyo por parte del Estado, siguiendo principios de solidaridad entre clases sociales y entre generaciones, a través de políticas públicas, pensiones de retiro y atención a la salud. Otra forma es acumular recursos en un ahorro durante la vida activa para utilizarlos cuando la vejez imponga la inactividad.
Cada una de estas modalidades tiene características propias, con fundamentos, posibilidades e implicaciones diferentes. El apoyo que proporcionan los hijos se basa en el
afecto filial y está determinado en gran medida por modalidades culturales o tradiciones con gran firmeza social e inherentes a la humanidad, pero también está condicionado por las circunstancias y posibilidades materiales de otorgar la ayuda. Está supeditado, además, a la calidad de las relaciones familiares construidas a lo largo del ciclo de vida. Existen asimismo legislaciones con previsiones jurídicas, pues los códigos civiles de las entidades federativas determinan las obligaciones que tienen los hijos y la familia de sostener a los padres y familiares envejecidos.
En la actualidad, disminuyen las posibilidades de apoyo filial y familiar a la vejez, debido al menor tamaño y diferente estructura de la familia, la urbanización y las condiciones de precariedad en el empleo y el ingreso.
Tiende a desaparecer la familia como unidad de producción, son más determinantes las leyes del mercado, se sustituyen las relaciones de solidaridad por la exaltación de los logros individuales y se hacen notar las desigualdades de género en las obligaciones del cuidado familiar.
Esto incrementa la necesidad de mejores sistemas de seguridad social y el Estado debe asumir el aseguramiento de riesgos individuales mediante el manejo solidario de los recursos de la sociedad.
La seguridad económica en la vejez de parte del Estado está principalmente constituida por el sistema de pensiones. Se trata de prestaciones apoyadas en contribuciones de trabajadores, empleadores y del financiamiento público, que pasan a ser derechos adquiridos vinculados con el mercado formal de trabajo.
Entre las posibilidades de apoyo en la vejez, las transferencias por pensiones son bienvenidas como recursos sustitutivos del salario que se conceden a través de instituciones expresamente establecidas para esos fines. En intenciones deberían ser suficientes para mantener un nivel de vida adecuado, con independencia económica, como justa recompensa a una vida de trabajo que ha creado bienes materiales o culturales para provecho de las generaciones jóvenes.
Así, la pensión es aceptada y exigida sin renuencia pues no se considera una dádiva sino un derecho adquirido, legislado y pactado; el cual es objeto directo de la administración pública, la negociación sindical, las previsiones sociales, el sistema económico y los intereses políticos. Sin embargo, ahora son evidentes y notorias las crisis financieras en los sistemas de pensiones que, a su vez, han hecho evidentes yerros sociales, económicos y políticos.
La tercera modalidad de sustento económico en la vejez es la acumulación de bienes durante las edades productivas para subsistir durante la vejez. En las circunstancias de México, en lo individual esta modalidad no está al alcance de la gran mayoría. Sin embargo, ahora la seguridad social transita hacia el ahorro individual en capitalización financiera, que promete pagar los bienes y servicios requeridos para llevar una vida con bienestar en el retiro. Pareciera que en esta forma confluyen todas las virtudes. Más que una concesión o incluso un derecho, se trata de la propiedad personal de recursos, producto del esfuerzo individual, claramente identificado y debidamente contabilizado. Es parte del modelo de ciclo de vida, en el que la razón de ahorrar es la de distribuir el ingreso para el consumo sobre la totalidad de la existencia. Sin embargo, y por ser fruto del ahorro individual, es resultado de la situación económica personal a lo largo de la vida productiva, directamente relacionado con el estatus socioeconómico, los niveles salariales y la distribución del ingreso. La pobreza imperante y la inequidad en la distribución del ingreso no permiten esta forma de seguridad económica para la gran mayoría de la población activa. Además, depende de los instrumentos de ahorro y éstos están mostrando que son inadecuados.
Fuente: http://www.inger.gob.mx/